martes, 6 de noviembre de 2012

El filósofo del mes: Aristóteles

¡Saludos compañeros!

Vuelvo rebosante al blog tras un asueto bien merecido (curioso, todo el mundo cree que se merece las vacaciones, sin excepción). Lo sé, lo sé, me he demorado un día en hacer la entrada. Me flagelaré por ello pero antes voy a escribir lo que tenía pensado.

Tras haber dedicado el mes anterior al bueno de Platón (bastante pesado me puse con él, pero es que tengo debilidad por sus ideas, nunca mejor dicho) vamos a adentrarnos en el proceloso, inquietante, oscuro y científico mundo de Aristóteles. En efecto, Aristóteles es un autor conocidísimo, pero que poca gente sabe bien lo que dice. Muchos recordábamos alguna cosilla de Platón (la caverna, la reminiscencia, algo de un mundo de las ideas, etc.) pero de Aristóteles no tenemos ni idea. Pero es que cero. "¿Qué decía Aristóteles?" "Uhm, pasapalabra." Pues vamos a remediar este error, o a intentarlo.

Aristóteles fue hijo de médico, lo cual ya impuso sobre su espíritu una curiosidad por el mundo natural y físico de la que carecía Platón. Como ya sabemos, Platón aspiraba a un mundo espiritual, alejado de lo físico y lo sensible. Por el contrario, Aristóteles insistirá en mantener los pies en el suelo, en no alejarnos demasiado de esta realidad que nos rodea y en la que, al fin y al cabo, vivimos. La famosa "Escuela de Atenas" de Rafael ilustra perfectamente estas dos actitudes tan contrapuestas:



A la izquierda podemos observar a Platón apuntando hacia el cielo, hacia esa realidad espiritual que trasciende este mundo físico. A su lado vemos a Aristóteles -más joven- manteniendo los pies en la tierra. Su mano nos indica que no debemos nunca perder la perspectiva de este mundo del que procedemos. Rafael, en su maestría, nos indica mediante dos sencillos gestos la existencia de dos tendencias filosóficas aparentemente irreconciliables y que recorrerán soterradamente toda la historia de la filosofía: el idealismo y el realismo.

Y, sin embargo, Aristóteles fue alumno de Platón. No solo eso sino que debieron tener una relación estupenda y amistosa. No en vano se pasó Aristóteles estudiando 20 años en la academia que Platón había fundado. De hecho, permaneció allí hasta su muerte, momento en el que cual decidió que ya no valía la pena quedarse pues sus diferencias filosóficas con el platonismo resultaban ya muy evidentes. Después de eso se dedicó a viajar por el Mediterráneo y a dar clases hasta que se puso en contacto con él un tal rey Filipo de Macedonia para que diera clases particulares a su hijo de 13 años. Nada más y nada menos que el mismo Alejandro Magno. Efectivamente, Aristóteles fue profesor particular del magnífico Alejandro durante dos años (¡vaya alumno y vaya profesor!).
Tras esto se estableció en Atenas, donde fundó otra escuela filosófica que llamó Liceo. En ella se dedicó a dar clases hasta la muerte de Alejandro, momentó que aprovechó para escapar de Atenas debido al odio antimacedonio (Aristóteles era macedonio, como Alejandro). Según se dice, pronunció lo siguiente mientras escapaba: "no quiero que Atenas cometa un segundo pecado contra la filosofía." Modesto, el tipo. De todos modos, de poco le serviría porque murió un año después por causas naturales.

El pensamiento aristótelico es poderoso, duro e inmisericorde. Él mismo dijo que era "amigo de Platón, pero más amigo de la verdad." ¿Y cuál es esa verdad? Lo veremos en la siguiente entrega. Hasta entonces...

¡Saludos filosóficos!

7 comentarios:

  1. ¡Fantástica entrada Luis! Me ha gustado muchísimo.

    La verdad es que tengo que reconocer que yo también tenía un poco olvidado a Aristóteles, jejeje. Además hoy con la treintena las cosas se ven con otro color. :-)

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    1. ¡Gracias Jon Ander! Efectivamente hemos llegado a un punto vital en el que hay que recopilar un poco aquello que ya sabíamos y hemos olvidado.
      ¡Espero que el resto de Aristóteles siga siendo de tu interés y muchas gracias por comentar!

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  2. Me gusta como has relatado parte de la vida de Aristóteles, pero que es eso de pasapalabra? no, no, no. No podemos olvidar una de las citas celébres que se le atribuyen y que a mi me encanta.

    "El ignorante afirma, el sabio duda y reflexiona"

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    1. Hola Sonia,

      Precisamente por eso de evitar que la gente se acomode a la ignorancia es que escribo esto.

      Gracias por comentar, ¡y por tu cita!

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  3. Os recomiendo a todo el siguiente libro "El testamento de Aristóteles, memorias desde el exilio" de Alfredo Marcos (edilesa/narrativa). Yo lo leí a raíz de una recomendación de Emilo Lledó que no es poca cosa.

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    1. Desde luego, Emilio Lledó no es poca cosa en este campo. No conocía el libro así que le echaré un vistazo. ¡Muchas gracias por la recomendación y por comentar!

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  4. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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