miércoles, 12 de febrero de 2014

Estado y libertad (parte 1)

¡Hola compañeros!

El otro día comentábamos cómo la visión moderna del mundo difiere profundamente de la cosmovisión antigua. Esto, que es verdad en prácticamente todos los ámbitos humanos, ocurre especialmente en política. Decíamos que para el hombre antiguo la sociedad no resultaba otra cosa que un paso necesario para conseguir ser plenamente humano. Para ellos, el verdadero ser humano tenía que ser político (es decir, habitar en una polis, en una ciudad-estado); un hombre no social no era un hombre, sino una bestia o un dios.

Para los modernos se produce por primera vez un cuestionamiento de esta idea. Ellos plantearán que quizás el verdadero ser humano está esperando y acechando más allá del mundo político. En el fondo, el ser humano habitaba en una precaria e insegura libertad y tuvo que abandonarla en favor de una seguridad que solamente la sociedad y el Estado podían brindarle. Mediante ese hipotético contrato que firmamos, delegamos ciertos poderes sobre ciertas personas (es decir, renunciamos a libertad) con el fin de que nos proporcionen seguridad y tranquilidad. El Estado se convertiría así en una manera de conseguir que no nos matemos unos a otros y que podamos convivir con armonía y paz para que se respeten los derechos de todos.

En este punto es donde llegamos al conflicto y la discusión y donde la mayor parte de los crímenes del siglo XX tienen lugar. No exagero. El poder las palabras y los conceptos es tan grande y maravilloso que es capaz de generar auténticos ríos  de sangre alrededor de ellos; la filosofía es una disciplina tremendamente complicada y exige muchísima responsabilidad a la hora de adjudicar los bienes que el ser humano debe perseguir y los medios que son lícitos para hacerlo. Por tanto, quizás en esta época los autores no tuvieron en cuenta las repercusiones de sus conclusiones (tampoco es que fuera muy fácil hacerlo, lo admito). Veámoslo con ejemplos.

En primer lugar, no se establece una diferencia clara entre Estado y sociedad hasta el punto de que hoy en día se siguen tratando como sinónimos en muchos lugares. Nos atrevemos a hablar de "lo social" como un lugar en el que opera exclusivamente el Estado y nos hemos acostumbrado a que el único ámbito en el que Estado no entra (o no debería) es el del individuo concreto. Podemos hablar de las consecuencias de esta idea en la siguiente entrada pero por ahora me limitaré a señalar esta curiosa característica del pensamiento político actual.

También resulta curiosa la idea de que la auténtica igualdad solamente se alcanza dentro del mundo social y que con anterioridad a ese contrato, la desigualdad era la norma en ese "estado natural" incivilizado y salvaje. Evidentemente el tema de la igualdad resulta extremadamente polémico aunque por ahora me limito a señalar que estos filósofos diferían en la forma de alcanzar dicha igualdad, si es incluso deseable hacerlo o si por el contrario la igualdad era el punto de partida y no el de llegada.

En último lugar, resulta también interesante este análisis de la libertad. Según este planteamiento, la libertad debe ser moderada por una tercera parte que asegure que lo que hacemos con ella es bueno para el conjunto de los miembros de una sociedad. Es decir, la libertad se convierte en un don sospechoso que debemos limitar y controlar para evitar que genere desajustes e injusticias en el seno de la comunidad. De este modo, otorgamos al Estado el poder de controlar y decidir qué aspectos concretos de la convivencia han de ser regulados por Él (nótese el uso de la mayúscula) y cuáles se dejan a la disposición del libre uso de las facultades humanas.

Nos meteremos en harina la semana que viene pero yo ya me voy preparando, me voy preparando... 


¡Saludos filosóficos!


1 comentario:

  1. Angry comment: ¿No resulta propio de individuos resentidos con la Modernidad asumir que "Papá Estado" debe velar por nuestro confort y nuestra manutención en lugar de acoger la posibilidad de morirnos de hambre si nuestros planes para poner pan en la mesa son frustrados por la propia estructura del sistema y sus desigualdades? No consigo encontrar al sociólogo de quien nace esta idea, que originariamente sirve para explicar el ascenso de los totalitarismos. Lo he extrapolado a la sociedad occidental actual porque indudablemente hay debate en considerar al Estado como ente que nos pone barreras para asegurar nuestro bienestar o bien renunciar a dicha seguridad en beneficio de unas libertades económicas más numerosas.
    P.D: Perdonad si este comentario no tiene suficiente rigor o interés, pero he querido comentar por la foto, para que no esté esto sin comentarios y no puedo dedicarle mucho tiempo ahora mismo y como lo deje para después, no hay comentario x) . ¡Sea como sea, seguro que le sacáis chicha! ;D

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