¡Hola compañeros!
En primer lugar quiero recomendar un blog que acaba de nacer:
http://lacruzdecoronado.wordpress.com/
En él se cuentan múltiples anécdotas históricas que bien podríamos (o no) aplicar a nuestra vida diaria, narradas de un modo desenfadado y ameno. Aquellos de vosotros que sepáis qué es la cruz de coronado ya tendréis mucho ganado, los que no... bueno os invito a descubrirlo, no os arrepentiréis ;) ¡Mucha suerte en esta nueva aventura, Marcus Brody (y espero que te vaya mejor que en El Cairo)!
Bueno, pues el veranito ya va terminando, pero por lo menos vamos a tener la oportunidad de hacer nuevas entradas más a menudo. ¡No hay mal que por bien no venga! (a quién quiero engañar, es una pereza que termine, pero bueno...).
En fin, el otro día charlamos sobre el primer motivo de rechazo a la filosofía. Hace poco un seguidor de twitter (@conefedefilosof para aquellos que estéis interesados -toma publicidad gratuita-) me propuso un segundo motivo de rechazo. Curiosamente, no me lo había planteado, pero me ha parecido relevante así que lo comentaré en esta entrada.
2.- "La filosofía nunca da respuestas, solamente preguntas"
Me dijo que lo que más le mosqueaba de la filosofía es que siempre proponía preguntas pero nunca daba soluciones. Hemos hablado ya en alguna otra entrada brevemente sobre este tema (me da un poco de pereza buscar en cuál ahora, ¡lo siento! ) pero aprovecharé para extenderme porque ya un alumno en su día se quejaba de que nunca daba respuestas a los enigmas que planteaba. La filosofía es absurda, según este planteamiento, porque nunca da respuestas, solamente preguntas. ¿Qué clase de ciencia pretende ser la filosofía si nunca da respuestas? ¿Qué ciencia o conocimiento dignos de ese nombre pueden pretender ignorarlo todo, no saber nada? De hecho, da la sensación de que la filosofía se regodea precisamente en esa ignorancia, en ese desconocimiento. Parece que disfruta haciendo ver a los demás lo poco que saben. Lejos de añadir conocimiento a la cultura, se contentan con añadir dudas y suspicacias por el camino. Si me apuras un poco, podemos incluso decir que la filosofía es la anticiencia, destructora, implacable, corrosiva.
Obviamente he ido exagerando un poco. Pero es que sin posturas extremas no se pueden entender las posturas intermedias. Lo que está en juego aquí es lo que entendemos por "respuesta" y "pregunta". ¡Oh no!, estaréis pensando, ya está el filósofo de turno haciendo sutiles distinciones entre palabras. Odiadme (lo prefiero a la indiferencia), pero antes escuchadme.
Las respuestas existen porque hay preguntas. La seguridad existe porque hay dudas. Esto es obvio, pero a veces se olvida. La ciencia ha ido progresando a lo largo de la historia porque ha cambiado las preguntas que se hacía. Cuando observamos que una pregunta no tiene respuesta, normalmente estamos formulando la pregunta equivocada. Imaginemos que la ciencia intenta encontrar la respuesta a la siguiente pregunta: "¿qué día de la semana llueve más?" Así, tal y como está planteada, es muy complicado dar una respuesta satisfactoria. ¿Podemos dar un día al azar (tenemos 1 posibilidad entre 7 de acertar, not bad!)?; ¿podemos empezar a calcular desde ahora, despreciando todos los días que han pasado ya, o intentamos hacer una aproximación con los días que ya han transcurrido hasta este momento histórico?; ¿tenemos en cuenta los husos horarios, de tal modo que en una parte del planeta es martes y en el contrario ya es miércoles? Todas estas preguntas no estaban incluidas en la pregunta explícitamente, pero hay que abordarlas si se quiere dar una respuesta a la pregunta original.
Nos ha sucedido en múltiples ocasiones a lo largo del blog que intentamos plantear una pregunta y enseguida empiezan a surgir cantidad de preguntas diferentes. No son preguntas iguales a la primera, pero se encadenan inexorablemente. Si queremos responder a la primera, hemos de afrontar las siguientes. Si un filósofo se pregunta: ¿existe Dios?, ha de responder a varias preguntas: "¿hablamos de un dios o de varios?", "¿es Dios un ser personal o más bien un ser sin conciencia?", "¿es su existencia relevante para nosotros?", "¿existe en este mundo o en un mundo trascendente?", "si existe, ¿existe algo más aparte de Dios, o lo engloba todo?", "si no existe, ¿existe algo infinito, o eterno?". ¡Vaya preguntitas! ¡Como si no fuera suficientemente complicada la primera pregunta, llega la filosofía a dificultarla todavía más!
Pero preguntar no es ignorar. Preguntar no es desconocer. Al revés, solamente puede preguntar algo el que conoce algo sobre el tema. En mis clases, las preguntas más interesantes vienen de aquellos que están atentos, que saben de qué se está hablando. Solamente a través del conocimiento se pueden formular preguntas, y solamente a través de preguntas puede crecer el conocimiento. Es un círculo irrompible, que la pregunta no hace más que fortalecer.
Concluyo. La filosofía da respuestas a través de preguntas y la filosofía se sirve de las respuestas para formular nuevas preguntas. En la pregunta ya está metida dentro la solución, y si se desgrana la pregunta en muchas subpreguntas, no es por ganas de complicar el tema, sino que se busca simplificar esa pregunta, como cuando quitas las capas de una cebolla para llegar a la semilla del centro.
Así que ya sabéis, cuando alguien os haga una pregunta, fijaos muy cuidadosamente en las palabras que utiliza y en el modo de hacer la pregunta, pues la respuesta se halla en el interior ;)
El próximo día veremos la tercera y última causa de que nos rechacen.
¡Saludos filosóficos!
Porque la filosofía es el origen de todo, y el origen de todo no tiene por qué ser tan complicado...
martes, 28 de agosto de 2012
viernes, 17 de agosto de 2012
I) ¿Por qué la gente rechaza la filosofía?
¡Saludos compañeros!
Ya os dije que tenía una entrada calentita en el horno. Hoy, como nos indica el título, vamos a charlar sobre los motivos que hay detrás del rechazo de la gente común por la filosofía. No es ningún secreto que la gente "normal" siente un saludable rechazo por la filosofía, lo curioso es que las razones suelen ser casi siempre las mismas. La cultura actual está muy alejada de todas las formas de pensamiento que promuevan la reflexión y el desarrollo intelectual. Podemos, con toda justicia, preguntarnos cómo podemos seguir denominando "cultura" a un producto humano que promueve esta actitud.
Antes de continuar, quiero dejar claro que lejos de mi intención está el hacer de esta entrada una protesta o una queja sobre el mundo que nos rodea. Soy poco proclive a la queja y los protestones me irritan. Se gasta mucha energía en protestar que se podría invertir en solucionar los problemas, o simplemente en cambiar la actitud para amoldar nuestro ser a la realidad y no la realidad a nosotros. Muchas veces la protesta es parte del problema y no de la solución. Lo único que pretendo aquí es diagnosticar una situación y dar con un par de conceptos clave. Y, en lo posible, despejar falsos mitos.
Pasemos sin dilación a retratarnos. A base de preguntar a lo largo de mi vida a muchas personas, alumnos, padres, abuelos, amigos, enemigos, etc. he llegado a las siguientes conclusiones. Si creéis que me he dejado alguna en el tintero comentadme y seré feliz de incluirla (con el correspondiente crédito a su descubridor) en una edición posterior.
1) "La filosofía es demasiado difícil"
Es la razón más frecuente. Sin embargo, resulta curioso escuchar esto de personas que han estudiado carreras de una dificultad intrínseca mucho mayor que la de filosofía, como médicos, abogados o ingenieros. Creo que todos estamos de acuerdo en admitir que esas carreras tienen un grado de dificultad mucho mayor que la filosofía. ¿Qué resulta tan difícil de la filosofía? En mi opinión, el problema ha de ser analizado desde dos ángulos, mutuamente interrelacionados:
a) Palabras raras: la filosofía utiliza palabras raras. Eso es indudable. Solamente leyendo las entradas de abajo nos damos cuenta de que continuamente se utilizan palabras de más de tres sílabas, difíciles de memorizar e imposibles de escribir bien a la primera. ¿Por qué los filósofos se empeñan en inmolar su propia disciplina haciéndola tan inaccesible al profano, al lector no especializado? Debo confesaros que muchas veces la filosofía es también inaccesible al lector especializado, de tal manera que compartimos esta carga, hermanos. De todos modos, dejando de lado el hecho de que coincido plenamente con vosotros en que la filosofía es muchas veces deliberadamente oscura, otras veces no queda más remedio que inventarse palabras para nombrar conceptos nuevos o recién descubiertos. Esto tiene que ver con lo siguiente.
b) Conceptos demasiado abstractos: la filosofía utiliza conceptos abstractos de difícil comprensión que obligan al cerebro a funcionar a máximo rendimiento. ¿Por qué nos torturan los filósofos? Hay que tener en cuenta que la filosofía se mueve por el límite de lo pensable y lo que podemos conocer. Al habitar en ese reino tan poco estable, la filosofía está continuamente rozando lo irracional y lo absurdo. Cuando tratamos de pensar "qué es el ser" estamos llevando al lenguaje humano al límite. Al fin y al cabo, el lenguaje se hizo para la vida corriente y ordinaria, no para hablar del ser, el bien, el alma o Dios. Cuando los filósofos comienzan a levitar hacia esos cielos de la realidad el lenguaje pronto se queda corto para poder nombrar esos conceptos nuevos que se descubren. La abstracción es parte fundamental de la filosofía porque precisamente la filosofía busca penetrar el mundo de las apariencias en el que nos movemos habitualmente.
La dificultad de la filosofía estriba curiosamente en que es muy simple. "Simple" no es sinónimo de "fácil": lo simple es lo que consta de pocos elementos, lo fácil es lo que es de rápida comprensión o ejecución. La filosofía simplifica la realidad hasta sus últimos elementos. Y las cosas más simples no son siempre fáciles, de hecho, muchas veces no ofrecen solamente una solución, sino varias. Pongamos un ejemplo (que ya sabéis que me encantan): los puzles habituales, por muchas piezas que tengan y muy complicados que sean, solamente tienen una solución. Una vez hemos encontrado la solución y hemos terminado el puzle, deja de tener interés, pues ya está solucionado y terminado. No hay nada más que decir.
En filosofía el puzle es muy simple: imaginad dos piezas perfectamente cuadradas. No puede haber puzle más sencillo que ese ¿verdad? Y sin embargo, tiene múltiples soluciones: ¿cuáles son los lados que debo juntar? ¿Qué imagen quiero que quede al final? Entendemos que en un puzle así jamás se termina, sino que siempre es posible dar con una nueva interpretación y comenzar de nuevo. Lejos de aburrirnos esta tarea se vuelve interesante, pues cada vez aprendemos más del puzle y cada vez se nos ocurren maneras nuevas de combinar ambas piezas para dar resultados novedosos y creativos.
Lo que quiero decir con esto es que la filosofía es muy simple. No resulta nada complicado empezar a practicarla y, sin embargo, pronto nos vamos dando cuenta de que sus posibilidades son inagotables. Ahí estriba su dificultad, y su interés.
¡Vaya! No pensé que esta entrada diera para tanto. Me parece que tendré que dejar el resto de motivos para futuras entradas.
Os dejo por ahora.
¡Saludos filosóficos!
Ya os dije que tenía una entrada calentita en el horno. Hoy, como nos indica el título, vamos a charlar sobre los motivos que hay detrás del rechazo de la gente común por la filosofía. No es ningún secreto que la gente "normal" siente un saludable rechazo por la filosofía, lo curioso es que las razones suelen ser casi siempre las mismas. La cultura actual está muy alejada de todas las formas de pensamiento que promuevan la reflexión y el desarrollo intelectual. Podemos, con toda justicia, preguntarnos cómo podemos seguir denominando "cultura" a un producto humano que promueve esta actitud.
Antes de continuar, quiero dejar claro que lejos de mi intención está el hacer de esta entrada una protesta o una queja sobre el mundo que nos rodea. Soy poco proclive a la queja y los protestones me irritan. Se gasta mucha energía en protestar que se podría invertir en solucionar los problemas, o simplemente en cambiar la actitud para amoldar nuestro ser a la realidad y no la realidad a nosotros. Muchas veces la protesta es parte del problema y no de la solución. Lo único que pretendo aquí es diagnosticar una situación y dar con un par de conceptos clave. Y, en lo posible, despejar falsos mitos.
Pasemos sin dilación a retratarnos. A base de preguntar a lo largo de mi vida a muchas personas, alumnos, padres, abuelos, amigos, enemigos, etc. he llegado a las siguientes conclusiones. Si creéis que me he dejado alguna en el tintero comentadme y seré feliz de incluirla (con el correspondiente crédito a su descubridor) en una edición posterior.
1) "La filosofía es demasiado difícil"
Es la razón más frecuente. Sin embargo, resulta curioso escuchar esto de personas que han estudiado carreras de una dificultad intrínseca mucho mayor que la de filosofía, como médicos, abogados o ingenieros. Creo que todos estamos de acuerdo en admitir que esas carreras tienen un grado de dificultad mucho mayor que la filosofía. ¿Qué resulta tan difícil de la filosofía? En mi opinión, el problema ha de ser analizado desde dos ángulos, mutuamente interrelacionados:
a) Palabras raras: la filosofía utiliza palabras raras. Eso es indudable. Solamente leyendo las entradas de abajo nos damos cuenta de que continuamente se utilizan palabras de más de tres sílabas, difíciles de memorizar e imposibles de escribir bien a la primera. ¿Por qué los filósofos se empeñan en inmolar su propia disciplina haciéndola tan inaccesible al profano, al lector no especializado? Debo confesaros que muchas veces la filosofía es también inaccesible al lector especializado, de tal manera que compartimos esta carga, hermanos. De todos modos, dejando de lado el hecho de que coincido plenamente con vosotros en que la filosofía es muchas veces deliberadamente oscura, otras veces no queda más remedio que inventarse palabras para nombrar conceptos nuevos o recién descubiertos. Esto tiene que ver con lo siguiente.
b) Conceptos demasiado abstractos: la filosofía utiliza conceptos abstractos de difícil comprensión que obligan al cerebro a funcionar a máximo rendimiento. ¿Por qué nos torturan los filósofos? Hay que tener en cuenta que la filosofía se mueve por el límite de lo pensable y lo que podemos conocer. Al habitar en ese reino tan poco estable, la filosofía está continuamente rozando lo irracional y lo absurdo. Cuando tratamos de pensar "qué es el ser" estamos llevando al lenguaje humano al límite. Al fin y al cabo, el lenguaje se hizo para la vida corriente y ordinaria, no para hablar del ser, el bien, el alma o Dios. Cuando los filósofos comienzan a levitar hacia esos cielos de la realidad el lenguaje pronto se queda corto para poder nombrar esos conceptos nuevos que se descubren. La abstracción es parte fundamental de la filosofía porque precisamente la filosofía busca penetrar el mundo de las apariencias en el que nos movemos habitualmente.
La dificultad de la filosofía estriba curiosamente en que es muy simple. "Simple" no es sinónimo de "fácil": lo simple es lo que consta de pocos elementos, lo fácil es lo que es de rápida comprensión o ejecución. La filosofía simplifica la realidad hasta sus últimos elementos. Y las cosas más simples no son siempre fáciles, de hecho, muchas veces no ofrecen solamente una solución, sino varias. Pongamos un ejemplo (que ya sabéis que me encantan): los puzles habituales, por muchas piezas que tengan y muy complicados que sean, solamente tienen una solución. Una vez hemos encontrado la solución y hemos terminado el puzle, deja de tener interés, pues ya está solucionado y terminado. No hay nada más que decir.
En filosofía el puzle es muy simple: imaginad dos piezas perfectamente cuadradas. No puede haber puzle más sencillo que ese ¿verdad? Y sin embargo, tiene múltiples soluciones: ¿cuáles son los lados que debo juntar? ¿Qué imagen quiero que quede al final? Entendemos que en un puzle así jamás se termina, sino que siempre es posible dar con una nueva interpretación y comenzar de nuevo. Lejos de aburrirnos esta tarea se vuelve interesante, pues cada vez aprendemos más del puzle y cada vez se nos ocurren maneras nuevas de combinar ambas piezas para dar resultados novedosos y creativos.
Lo que quiero decir con esto es que la filosofía es muy simple. No resulta nada complicado empezar a practicarla y, sin embargo, pronto nos vamos dando cuenta de que sus posibilidades son inagotables. Ahí estriba su dificultad, y su interés.
¡Vaya! No pensé que esta entrada diera para tanto. Me parece que tendré que dejar el resto de motivos para futuras entradas.
Os dejo por ahora.
¡Saludos filosóficos!
viernes, 10 de agosto de 2012
Y la pregunta definitiva...
¡Saludos compañeros!
Quiero en primer lugar disculparme por haber tardado tanto en volver a escribir. Estoy veraneando en un lugar idílico de cuyo no nombre no quiero acordarme y el precio de esta tranquilidad estriba en no poder disfrutar de internet. Si bien eso me gusta para muchas cosas, también me mantiene alejado de vosotros. He intentado escribir a través de la tableta, pero el teclado táctil no es la mejor de las ideas para estas parrafadas a las que os someto. Así pues, mis disculpas.
Una vez disculpado -espero- procedo a mostraros mi lado más mentiroso y falaz. Os aseguré que Kant había formulado tres preguntas fundamentales de la filosofía; sin embargo os mentí. En realidad, son cuatro. Antes de que os desesperéis y me odiéis profundamente apuntaré que no es que exista una cuarta pregunta, sino que esas tres podían condensarse en un una pregunta fundamental, la ultrapregunta, la pregunta de las preguntas (supongo que entendéis que es importante). Pues bien, esa pregunta es: ¿qué es el hombre?
Efectivamente, en el fondo las preguntas que ya hemos esbozado se pueden resumir en esta pregunta fundamental. Es la pregunta que nos hacemos todos en algún momento de nuestra vida, de nuestra existencia: ¿quién soy yo? ¿Qué pinto en este mundo? ¿Cuál es mi papel aquí? No es una pregunta planteada estrictamente en términos de especie ("¿cuál es el papel del ser humano en el universo?") sino que también puede ser comprendida de modo personal e individual ("¿qué soy?"). Dependiendo del modo de plantearnos la pregunta tenderemos hacia un tipo de filosofía u otro.
Esta pregunta es interesante, pues no siempre nos percatamos de lo especiales que somos. El hombre es el único ser racional, consciente, del universo. Es cierto, compartimos nuestro planeta con otros seres que merecen cuidado y respeto, pero el ser humano es el único de todos ellos que es capaz de observarse a sí mismo. Somos seres pensantes, es decir, seres que además de compartir muchos rasgos con los demás animales (o plantas, en el caso de algunos alumnos míos) tenemos la propiedad de pensar. Ser humano consiste en hacer uso de la razón, en todos sus campos. Si no pensamos, dejamos de comportarnos como seres humanos, nos animalizamos.
Hoy en día, somos bombardeados permanentemente por reclamos que solo buscan evitar que pensemos. La publicidad, la televisión, el entretenimiento, etc. de la vida moderna buscan que el hombre no piense. Cuando el hombre piensa, se vuelve autónomo. Cuando el hombre se vuelve autónomo, es más difícil manipularle. Es nuestro deber pensar. Precisamente porque tenemos la posibilidad de hacerlo, es nuestro deber mantener esa facultad despierta. La filosofía busca mantener nuestro intelecto afilado, siempre dispuesto a enfrentarse a nuevos desafíos. Si apuramos un poco, diríamos que no hacemos filosofía porque nos guste, sino porque es nuestro deber como seres humanos.
Los animales no se preguntan qué hacen y por qué, sino que simplemente lo hacen. Y punto. Nosotros debemos aprender a pensar por nosotros mismos para poder ser plenamente nosotros mismos. Uno de los principios humanos que más constatamos a lo largo de la historia es que si no nos molestamos en pensar, ya habrá alguien que piense por nosotros. Si no actuamos, si nos dejamos llevar, alguien se dedicará a llevarnos adonde quiera. Ser humano es una condición difícil, que hay que mantener y cuidar. Ser humano es un privilegio, pero también una responsabilidad.
¿Qué es el hombre? ¡Aaaaaah, la gran pregunta de la filosofía! Sus respuestas son múltiples y variadas, erróneas y acertadas, pero siempre interesantes. O casi siempre.
Os dejo con la reflexión del gran poeta griego Píndaro. No es un filósofo en el sentido estricto de la palabra, pero si nos paramos a pensar... ¿quién lo es? Píndaro resumió la grandeza de la especie humana en este verso magnífico:
"Llega a ser el que eres."
Buen verano y que sepáis que la próxima entrada está en el horno, así que manteneos al tanto ;)
¡Saludos filosóficos!
Quiero en primer lugar disculparme por haber tardado tanto en volver a escribir. Estoy veraneando en un lugar idílico de cuyo no nombre no quiero acordarme y el precio de esta tranquilidad estriba en no poder disfrutar de internet. Si bien eso me gusta para muchas cosas, también me mantiene alejado de vosotros. He intentado escribir a través de la tableta, pero el teclado táctil no es la mejor de las ideas para estas parrafadas a las que os someto. Así pues, mis disculpas.
Una vez disculpado -espero- procedo a mostraros mi lado más mentiroso y falaz. Os aseguré que Kant había formulado tres preguntas fundamentales de la filosofía; sin embargo os mentí. En realidad, son cuatro. Antes de que os desesperéis y me odiéis profundamente apuntaré que no es que exista una cuarta pregunta, sino que esas tres podían condensarse en un una pregunta fundamental, la ultrapregunta, la pregunta de las preguntas (supongo que entendéis que es importante). Pues bien, esa pregunta es: ¿qué es el hombre?
Efectivamente, en el fondo las preguntas que ya hemos esbozado se pueden resumir en esta pregunta fundamental. Es la pregunta que nos hacemos todos en algún momento de nuestra vida, de nuestra existencia: ¿quién soy yo? ¿Qué pinto en este mundo? ¿Cuál es mi papel aquí? No es una pregunta planteada estrictamente en términos de especie ("¿cuál es el papel del ser humano en el universo?") sino que también puede ser comprendida de modo personal e individual ("¿qué soy?"). Dependiendo del modo de plantearnos la pregunta tenderemos hacia un tipo de filosofía u otro.
Esta pregunta es interesante, pues no siempre nos percatamos de lo especiales que somos. El hombre es el único ser racional, consciente, del universo. Es cierto, compartimos nuestro planeta con otros seres que merecen cuidado y respeto, pero el ser humano es el único de todos ellos que es capaz de observarse a sí mismo. Somos seres pensantes, es decir, seres que además de compartir muchos rasgos con los demás animales (o plantas, en el caso de algunos alumnos míos) tenemos la propiedad de pensar. Ser humano consiste en hacer uso de la razón, en todos sus campos. Si no pensamos, dejamos de comportarnos como seres humanos, nos animalizamos.
Hoy en día, somos bombardeados permanentemente por reclamos que solo buscan evitar que pensemos. La publicidad, la televisión, el entretenimiento, etc. de la vida moderna buscan que el hombre no piense. Cuando el hombre piensa, se vuelve autónomo. Cuando el hombre se vuelve autónomo, es más difícil manipularle. Es nuestro deber pensar. Precisamente porque tenemos la posibilidad de hacerlo, es nuestro deber mantener esa facultad despierta. La filosofía busca mantener nuestro intelecto afilado, siempre dispuesto a enfrentarse a nuevos desafíos. Si apuramos un poco, diríamos que no hacemos filosofía porque nos guste, sino porque es nuestro deber como seres humanos.
Los animales no se preguntan qué hacen y por qué, sino que simplemente lo hacen. Y punto. Nosotros debemos aprender a pensar por nosotros mismos para poder ser plenamente nosotros mismos. Uno de los principios humanos que más constatamos a lo largo de la historia es que si no nos molestamos en pensar, ya habrá alguien que piense por nosotros. Si no actuamos, si nos dejamos llevar, alguien se dedicará a llevarnos adonde quiera. Ser humano es una condición difícil, que hay que mantener y cuidar. Ser humano es un privilegio, pero también una responsabilidad.
¿Qué es el hombre? ¡Aaaaaah, la gran pregunta de la filosofía! Sus respuestas son múltiples y variadas, erróneas y acertadas, pero siempre interesantes. O casi siempre.
Os dejo con la reflexión del gran poeta griego Píndaro. No es un filósofo en el sentido estricto de la palabra, pero si nos paramos a pensar... ¿quién lo es? Píndaro resumió la grandeza de la especie humana en este verso magnífico:
"Llega a ser el que eres."
Buen verano y que sepáis que la próxima entrada está en el horno, así que manteneos al tanto ;)
¡Saludos filosóficos!
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