lunes, 29 de octubre de 2012

Los dilemas éticos: el dilema del tren

¡Hola compañeros!

Hoy es mi cumpleaños. Entrar en la treintena me hace reflexionar sobre cosas que nada tienen que ver con la edad y el paso del tiempo. Hablaros hoy sobre eso sería caer demasiado bajo en las redes de la predecibilidad. Así pues, lleno del vigor renovado que da saberse vivo y coleando, os hablo de un tema curioso y de cierto interés como pueden ser los dilemas éticos.

Un dilema ético consiste en una situación en la que decisión que se debe tomar no resulta del todo clara, pues se deben tener en cuenta diversos factores que afectan a nuestro juicio moral y ético sobre el asunto. Vamos que no tenemos ni idea de cuál es la decisión correcta y vamos oscilando terriblemente entre diversas opciones. Vamos a ver el ejemplo paradigmático de un dilema ético: el dilema del tren. Voy a intentar explicarlo del modo más gráfico posible.

Imaginemos una vía de tren por la que circula un tren. Al final de esa vía se da una bifurcación regulada por un cambio de agujas en el que nos encontramos nosotros. Es decir, tenemos el poder de decidir si el tren toma una vía u otra. Pues bien, da la terrorífica casualidad de que en una de las vías hay cinco personas atadas a la vía, de tal modo que el tren se dirige hacia ellas con un final previsiblemente desgaradable para los presentes. SIN EMBARGO, nosotros podemos evitar esa tragedia dirigiendo el tren por la otra vía (activando el cambio de agujas); el problema es que en la otra vía hay una persona atada. La pregunta interesante es: ¿activaríais el cambio de agujas matando a una persona para salvar a cinco o no tocaríais nada dejando morir a cinco pero salvando a una?

Creo que la mayoría de nosotros apretaríamos el botón del cambio de agujas bajo la premisa de elegir el mal menor pero muchas preguntas interesantes surgen aquí. ¿Qué derecho tenemos nosotros para decidir sobre si es mejor matar a una persona o a varias? ¿Qué ocurre si tenemos a cinco delincuentes y a una persona virtuosa? ¿Cambia entonces nuestro criterio? O simplemente imaginemos que la persona atada es un familiar querido y las cinco personas son desconocidas. Probablemente eso afectaría a nuestro criterio, pero ¿resultaría ético actuar llevado por los sentimientos sin considerar razones objetivas? Quizás otros decidieran no apretar el botón inhibiéndose de la situación completamente, pero ¿no es la inacción una decisión consciente? Al fin y al cabo, no actuar es una decisión y de eso precisamente estamos hablando aquí: de decisiones morales.

Compliquemos el asunto un poco más. Ahora imaginemos que la vía no tiene cambio de agujas ni bifurcación. La vía transcurre solitaria y siguen estando las mismas cinco personas atadas a ella. El tren se acerca y antes de llegar a ellas tiene que pasar por un andén donde casualmente nos encontramos un servidor y un tipo orondo y gordo. Evaluando la situación con la rapidez de reflejos que te da la profesión de profesor decides que si empujas a ese tipo gordo a la vía podrás parar el tren antes de que llegue a las cinco personas. ¿Lo empujaríais?

¿Os parece la misma situación? ¡Espero vuestros comentarios!

¡Saludos filosóficos!

jueves, 25 de octubre de 2012

La educación en Platón

¡Hola compañeros!

Estos días he vuelto a retomar un viejo hábito que había perdido en los últimos años y es releer los diálogos de Platón. Lo sé, lo sé, hay ocupaciones más divertidas y más sanas pero qué queréis que os diga, la cabra tira al monte y uno es como es. En fin, que como iba comentándoos antes de sentirme interrumpido, he vuelto a cruzar mi mirada por estas fantásticas líneas escritas hace 2500 años y no puedo menos que sentirme maravillado.

(…)No des a la enseñanza una forma que les obligue a aprender por la fuerza.
-¿Por qué?
-Porque no hay ninguna disciplina –dije yo- que deba aprender el hombre libre por medio de la esclavitud. Si puede suceder que los trabajos corporales no deterioren más el cuerpo por haber sido realizados obligatoriamente, el alma en cambio no conserva ningún conocimiento que haya entrado en ella por la fuerza.
-Cierto.
-No emplees pues la fuerza, mi buen amigo para educar a los niños, que se eduquen jugando, y así podrás conocer mejor también para qué está dotado cada uno de ellos”. 
(República, 536d)

Solamente quería compartir este texto con vosotros. No tenía pensado escribir nada más esta semana pero es que leyendo esto me he sentido obligado a hacerlo.

¡Pasad buen final de semana!

P.D.: gracias a http://biendeverdad.blogspot.com.es por "prestarme" este texto, que andaba buscando por internet para no copiarlo. No dejéis de visitar su blog, ¡es muy recomendable!

lunes, 22 de octubre de 2012

La teoría de la reminiscencia de Platón

¡Hola compañeros!

Hoy traigo una teoría bellísima bajo los brazos. Una de esas teorías que da igual sin son verdad o mentira, porque es tal su atractivo estético que poco importa lo demás. No importa cuánto tiempo pase siempre permanece interesante y cautivadora, hasta el punto que muchos filósofos la han hecho suya posteriormente, sucumbiendo a la tentación platónica. Veamos cuál es ese canto de sirena.

Si os acordáis de la anterior entrada (sí, sí, la que está justo aquí debajo de esta) dijimos que para Platón las ideas son más importantes que el mundo físico o sensible porque son más estables y constantes. No nos podemos fiar completamente de los sentidos, pues nos engañan una y otra vez: la pajita doblada en el vaso de agua, los espejismos en el desierto, los daltónicos, etc. ¿Cómo vamos a fiarnos de un método de conocimiento que nos falla tan a menudo? Debe de existir una forma de acceder a las ideas al margen de los sentidos. En resumen: si queremos acceder a la verdad no puede ser a través de los sentidos, que son esencialmente engañadores.

"Muy bien, Platón." -podemos responder- "te acepto esto que dices de que los sentidos nos engañan, pero entonces ¿cómo conocemos entonces las dichosas ideas? ¿Cómo llenamos nuestras cabezotas de conocimientos?" Resultan preguntas pertinentes. Al fin y al cabo, es un hecho que nosotros podemos hacer ciencia y llegar a la luna y saltar desde treinta y pico kilómetros. ¿De dónde han salido esos conocimientos? Para Platón solamente existe una respuesta posible: si no provienen del mundo exterior han de provenir de nosotros mismos. ¿Quiere decir eso que nosotros nos inventamos esos conocimientos? No, simplemente quiere decir que esos conocimientos no han entrado por los sentidos, sino que ya estaban en nosotros al nacer, eran innatos.

En realidad a Platón no le queda otra opción, si lo pensamos bien. En el momento en el que afirmó que lo único real son las ideas y que el mundo sensible es una farsa y una copia, ya está obligado a mantener que no podemos conocer esas ideas a través de sus copias imperfectas. Él afirma que el alma humana ya existía antes de nacer el hombre, y que vivía en el mundo de las ideas. Retozaba alegremente por esos campos ideales brincando alborozada por su contacto directo con las ideas.

Ahora bien, con el nacimiento el alma queda aprisionada en un cuerpo físico, lo cual le produce un profundo trauma (supongo que en mi caso concreto el trauma fue todavía mayor al contemplarse al espejo por primera vez). Ese trauma le genera una amnesia, un olvido de todo lo que había aprendido en ese mundo de las ideas antes de nacer. Por eso, cuando nacemos parecemos no conocer nada, porque nos hemos olvidado de todo lo que sabíamos. Es decir, en realidad la ignorancia no es otra cosa que olvido. Y viceversa, aprender es recordar (siempre me ha encantado lo evocador y poético de esa frase, supongo que soy un cursi). Cuando estamos aprendiendo cosas en realidad no estamos generando conocimientos nuevos sino que estamos recordando ideas que ya habíamos contemplado en otra vida. Por eso, cuando tenemos una idea genial, siempre tenemos la sensación de haber recordado algo importante ("eureka!"), una sensación de "¿por qué no se me ha ocurrido antes?".

Así que todo el conocimiento está ya dentro de nosotros; todo está contenido en nuestra alma, esperando a salir. Y un profesor es solamente aquel que nos recuerda todo aquello que ya sabíamos, un profesor es aquel que nos ayuda a dar a luz nuestro conocimiento: es una comadrona del alma. En realidad, no nos enseña nada, estrictamente hablando, sino que nos ayuda a recordar. Por eso, a la hora de enseñar, son más importantes las preguntas que las respuestas.

En fin, espero que os haya gustado tanto como a mí. Os dejo con un vídeo de Les Luthiers, que estuve ayer viéndolos y fue sencillamente genial. Incluso nos dedicaron una cumbia a los filósofos...



¡Saludos filosóficos!

lunes, 15 de octubre de 2012

La teoría de las ideas de Platón

¡Hola compañeros!

Siento haberme demorado en la entrada semanal de los lunes. Normalmente la hago por la mañana, pero una convivencia con los mozalbetes y el hecho de estar con un trancazo del quince me han retrasado el poder hacerla a su hora.

Hoy enfocamos al filósofo más grande de la historia: Platón. El otro día nos centrábamos en su vida y hoy exponemos la más famosa de sus teorías. Esa típica teoría que recordamos de nuestros días en bachillerato (aunque solamente recordemos eso): la teoría de las ideas.

Como recordaréis (pues sois alumnos aplicados), el mundo griego quedó estupefacto, conmocionado, groggy, ante esos dos monstruos que llamábamos Heráclito y Parménides. Al fin y al cabo, ambos no podían tener razón a la vez (pues decían cosas contrarias); ambas teorías no podían ser falsas a la vez por el mismo motivo, y si nos adhiríamos a una de ellas por separado nos conducían a resultados completamente inaceptables para el sentido común. ¿Quién pone el cascabel al gato? ¿Cómo encaramos este problema?

Platón tuvo una idea genial. Quizás lo que ocurre es que ambos tienen razón... y ambos se equivocan al mismo tiempo. ¿Cómo es eso posible? Sencillamente están hablando de cosas diferentes: Heráclito se refiere al mundo sensible, físico (es decir, este mundo que tocamos, sentimos, vemos, sufrimos) mientras que Parménides se refiere a otro mundo de conceptos e ideas (es decir, el mundo que pensamos, razonamos, conocemos, conceptualizamos). Todos tenemos experiencia de que las cosas de este mundo son temporales, variables y caóticas, tal y como decía Heráclito. Sin embargo, ese no es el único mundo posible, dice Platón. También existe otro mundo donde las cosas nunca cambian, son inmutables, eternas y permanentes (tal y como sostiene Parménides): el mundo de las ideas.

Pensadlo bien, el número 2 siempre será igual, no importa cuánto tiempo transcurra, quién lo piense, el humor del matemático que lo utilice: siempre igual. Es una idea, y las ideas nunca cambian. Lo mismo con la idea de "caballo", por ejemplo. Todos los caballos del mundo nacen, comen, se reproducen y mueren (lo cual es un cambio bastante radical, para mi gusto); pero la idea de "caballo", el concepto "caballo", nunca cambia, siempre será igual. Es decir, la idea de "caballo" es más perfecta que cualquier caballo físico de este mundo: más REAL. Platón va más allá: si queremos conocer la realidad física debemos acudir a las ideas, que son más perfectas que este mundo sensible (que no sensiblero) y por tanto más fiables. No solo eso: el mundo que habitamos, este mundo, depende completamente de las ideas para poder existir. Sin las ideas, sin conceptos, este mundo no sería.

Algunos de vosotros, que sois unos descastados, enseguida proclamaréis furibundos: "¡pero si las ideas vienen del mundo físico! Nosotros obtenemos la idea de caballo de ver muchos caballos. ¿Cómo puede Platón sostener con seriedad que la idea de caballo precede (va antes) a los caballos físicos? ¿Cómo puede este tipo ser leído hoy en día? Es más, ¿qué hago leyendo este blog?". Antes de que, con justicia, me mandéis a esparragar considerad el siguiente ejemplo.

Imaginad que os ponéis a hacer unas galletas en un molde. Son estas galletitas con forma de hombrecito siniestro (al estilo el hombre-galleta de Shrek). A tal efecto, compráis en Ikea un molde con forma de hombrecito en el cual poner la masa y poder hornear tal suculento manjar. Hacéis las galletas y las ponéis a enfriar sobre la bandeja. Mientras contempláis las galletas orgullosos de vuestra obra os percatáis de que unas galletas han salido de una manera y otras de otras maneras. Aunque todas tienen, más o menos, la forma del molde, no son exactamente iguales. Una tiene barriguita, a otra le falta un brazo, otra ha desbordado por la zona de la pierna, etc. Pues bien, todas son imperfectas copias de un molde original. Si quisiéramos saber cómo es exactamente la forma de la galleta no acudiríamos a las galletas sino que iríamos directamente al molde, que tendrá la forma perfecta.

Las ideas son los moldes de la realidad, más perfectas, invariables y eternas. Si el hombre quiere conocer la realidad, tendrá que conocer sobre todo las ideas, y olvidarse de este mundo absurdo y contradictorio.

Si no os he conseguido impresionar en esta exposición de una cara de la teoría de las ideas de Platón no le culpéis a él: culpadme a mí, pues comparado con él solamente soy una galleta. :)

¡Saludos filosóficos!

lunes, 8 de octubre de 2012

Sócrates y su odio a los libros

¡Hola compañeros!

Bienvenidos de nuevo a este blog delirante y absurdo, donde la excentricidad y lo absurdo alcanzan cotas cada vez más elevadas (¡y lo que nos queda!). Hoy rebajaremos un poco estos niveles y analizaremos una de las ideas más curiosas que nos dio la antigüedad (oh excelsa y maravillosa antigüedad): el desprecio de Sócrates por los libros y la palabra escrita.

Como expuse en una entrada anterior sobre la vida de Sócrates (no voy a buscar el link, ya sois mayorcitos) existen muchas similitudes entre la vida de Jesucristo y la este filósofo "desagradable a la vista". Una de las más importantes es que no dejaron nada escrito y todo lo que conocemos de ellos es por referencias de sus discípulos y otros pero no porque nos legasen su pensamiento en libros. En el caso de Sócrates existían dos fuertes motivos para rechazar el uso del discurso escrito y de la palabra en forma de libro.

El primer motivo tiene una fuerte influencia de su modo de entender la filosofía. Para él, la filosofía es una forma de vida, una práctica social que solamente se puede llevar a cabo en comunidad y en diálogo con los demás. La Verdad no es accesible desde la soledad sino que únicamente mediante un contacto frecuente y constante con los congéneres y los vecinos podemos tratar de acercarnos con esfuerzo hacia ella. Mediante el diálogo, las preguntas y las respuestas nos aproximamos a una respuesta, que quizás no sea definitiva, quizás no sea plenamente satisfactoria, pero es un comienzo. Es decir, la Verdad no es un estado fijo y estable de la realidad al que accedemos en soledad, sino que en compañía y en sociedad nos aproximamos paulatinamente hacia ella, con esfuerzo.

Esto no casa bien con la típica actitud del sabio solitario que, en la soledad de su laboratorio, descubre leyes científicas y desentraña los secretos del universo. Se parece más al frenético movimiento de una universidad, donde diferentes doctrinas colisionan entre ellas y los científicos se demuestran y refutan constantemente en un baile incesante y eterno (qué poético me ha quedado).

El segundo motivo por el cual Sócrates rechaza la escritura es que a los libros "no les puedes preguntar nada". Cuando estás leyendo un libro y encuentras algo que no entiendes no puedes preguntarle nada al autor. Si le haces una pregunta a un libro nunca responde nada, solamente te topas con silencio. Es un asunto complicado eso de poner las ideas de un modo discursivo y lineal, pues el mundo rara vez es discursivo y lineal sino que se parece más a una conversación: caótico, con reglas implícitas pero rara vez comprendidas del todo, con una estructura irregular pero constante... ¿Qué persona en sus cabales se apoya en un modo de acceso a la Verdad tan inadecuado?

Esto no quiere decir que Sócrates no hubiera leído, pues era una persona tremendamente culta, pero lo que ocurría es que no le gustaba quedarse con dudas sobre aquellas cosas que leía. Si no podía acceder al escritor tenía que contentarse con leer el libro y aceptar o rechazar lo que allí encontrase escrito.

Ese es uno de los motivos que llevaron a Platón a escribir diálogos en vez de tratados. Era una manera de esquivar esa reserva que tenía su maestro a la palabra escrita y a la vez poder hacer que perdurara su mensaje. Una solución de auténtico genio pero ¿la habría aprobado su maestro? Aaaah, quién puede saberlo, lo que está claro es que los diálogos de Platón constituyen un auténtico placer para la lectura y una maravilla literaria a todos los niveles.

El próximo día nos adentraremos en el mundo de las ideas de Platón y descubriremos lo que el filósofo más importante de la historia dejó a la posteridad.

¡Un saludo filosófico!

martes, 2 de octubre de 2012

La naturaleza y los números

¡Hola compañeros!

¡Ajajajá! Pensabáis que solamente haría mi entrada semanal y ya está ¿eh? Os equivocáis si creéis que podéis juzgar con tanta ligereza los comportamientos erráticos y vagabundos de un filósofo.

Hoy os traigo un vídeo que ilustra a la perfección la aspiración pitagórica. Pitágoras era un tipo medio loco que afirmaba que el arjé, lo realmente real, eran los números. Para él lo que todas las cosas tienen en común es que son cuantificables por medio de números. Antes de tomarle por un locuelo veamos el siguiente vídeo que sorprenderá a muchos y convencerá a algunos. Recomiendo ponerlo a pantalla completa y escucharlo con la música, os gustará mucho más (doy por hecho que os gustará, pero así os gustará más).



¡Saludos filosóficos!

lunes, 1 de octubre de 2012

El filósofo del mes: Platón


 Platón poniéndose grosero con el de al lado, o señalando al cielo, no está claro

¡Hola compañeros!

Espero que hayáis tenido un buen fin de semana, y que aquellos que rompieron mi ventana del coche para robarme un boli bic por la noche se pudran en el más profundo de los infiernos. Con un hilo musical de Justin Bieber.

En fin, no dejemos que lo urgente no distraiga la mirada de lo importante. La entrada de hoy se la dedicaremos al más grande filósofo que nos ha dado la humanidad: Platón. ¿Que si es interesante su vida? Bueno, juzgad vosotros mismos.

Platón originalmente se llamaba Aristocles, pero sus compañeros pronto le apodaron Platón, que significa, "el de anchas espaldas". Por lo visto debía ser un tipo fuertote y gallardo, al más puro estilo Vin Diesel. Procedía de una familia noble y aristocrática de Atenas (nota para el futuro: casi todos los filósofos proceden de familias nobles, al fin y al cabo, si vas a vivir de ideas, más te vale tener una renta vitalicia de algún tipo). Esta familia tomó parte en el famoso (famosísimo, diréis vosotros) gobierno de los Treinta Tiranos, que derrocó temporalmente la democracia e impuso un gobierno totalitario sobre la magnífica ciudadanía ateniense. En consonancia con ellos fue siempre un crítico de la democracia, aunque siempre condenó los desmanes de sus parientes mientras estaban en el poder. No era tan mal tipo, al parecer.

En su juventud se dedicó a escribir poesías y tragedias, muy como los jóvenes de hoy en día (en aquellos tiempos, como vemos, les educaban para escribir tragedias, mientras que hoy en día lo verdaderamente trágico es la educación. Paradojas de la vida.) pero pronto conoció a la persona que cambiaría su vida para siempre: Sócrates. En cuanto lo hubo conocido quemó todo lo que había escrito y se concentró solamente en la filosofía, haciéndose fervoroso seguidor de su maestro.

Con la muerte de Sócrates, Platón juzga prudente retirarse un tiempecito de Atenas hasta que los ánimos se calmen y se dedica a viajar por el Mediterráneo hasta recalar en Siracusa donde conoce al tirano Dionisio (los tiranos eran una especie de dictadores, con no demasiada buena fama). Intenta llevar a cabo su utopía política pero el experimento termina como el rosario de la aurora y el tirano le vende como esclavo (un político salvándose a costa de una cabeza de turco, eso es algo que afortunadamente se ve poco ahora).

Cuando vuelve a Atenas decide dedicarse a cosas menos peligrosas y estresantes y compra una pequeña parcelita a las afueras de Atenas dedicada al héroe griego Academo, por lo que decide llamar a su escuela "Academia". Este es, amigos, el origen de la palabra academia y de este conocimiento sin precedentes podréis presumir en reuniones familiares y sindicales. En esta academia estudiaron políticos, científicos y filósofos. Era una especie de universidad donde los chicos adinerados de Grecia completaban sus estudios bajo la dirección del maestro. De hecho, se decía que quienes cenaban con Platón y conversaban con él en el comedor se sentían bien al día siguiente, tal era el poder de convicción de este hombre sin igual.

Platón sigue enseñando en la academia hasta su muerte, momento en el cual la filosofía pierde un gran hombre y un profundísimo y agudísimo pensador.

El alumno más famoso de la academia es Aristóteles, que estudió 20 años en la academia hasta la muerte de Platón, que provoca su salida de ella y el comienzo de un nuevo tipo de filosofía completamente diferente. Pero eso, amigos, es materia de un nuevo capítulo de esta serie de entregas... ¡el filósofo del mes! Tachán.

¡Saludos filosóficos!