lunes, 15 de octubre de 2012

La teoría de las ideas de Platón

¡Hola compañeros!

Siento haberme demorado en la entrada semanal de los lunes. Normalmente la hago por la mañana, pero una convivencia con los mozalbetes y el hecho de estar con un trancazo del quince me han retrasado el poder hacerla a su hora.

Hoy enfocamos al filósofo más grande de la historia: Platón. El otro día nos centrábamos en su vida y hoy exponemos la más famosa de sus teorías. Esa típica teoría que recordamos de nuestros días en bachillerato (aunque solamente recordemos eso): la teoría de las ideas.

Como recordaréis (pues sois alumnos aplicados), el mundo griego quedó estupefacto, conmocionado, groggy, ante esos dos monstruos que llamábamos Heráclito y Parménides. Al fin y al cabo, ambos no podían tener razón a la vez (pues decían cosas contrarias); ambas teorías no podían ser falsas a la vez por el mismo motivo, y si nos adhiríamos a una de ellas por separado nos conducían a resultados completamente inaceptables para el sentido común. ¿Quién pone el cascabel al gato? ¿Cómo encaramos este problema?

Platón tuvo una idea genial. Quizás lo que ocurre es que ambos tienen razón... y ambos se equivocan al mismo tiempo. ¿Cómo es eso posible? Sencillamente están hablando de cosas diferentes: Heráclito se refiere al mundo sensible, físico (es decir, este mundo que tocamos, sentimos, vemos, sufrimos) mientras que Parménides se refiere a otro mundo de conceptos e ideas (es decir, el mundo que pensamos, razonamos, conocemos, conceptualizamos). Todos tenemos experiencia de que las cosas de este mundo son temporales, variables y caóticas, tal y como decía Heráclito. Sin embargo, ese no es el único mundo posible, dice Platón. También existe otro mundo donde las cosas nunca cambian, son inmutables, eternas y permanentes (tal y como sostiene Parménides): el mundo de las ideas.

Pensadlo bien, el número 2 siempre será igual, no importa cuánto tiempo transcurra, quién lo piense, el humor del matemático que lo utilice: siempre igual. Es una idea, y las ideas nunca cambian. Lo mismo con la idea de "caballo", por ejemplo. Todos los caballos del mundo nacen, comen, se reproducen y mueren (lo cual es un cambio bastante radical, para mi gusto); pero la idea de "caballo", el concepto "caballo", nunca cambia, siempre será igual. Es decir, la idea de "caballo" es más perfecta que cualquier caballo físico de este mundo: más REAL. Platón va más allá: si queremos conocer la realidad física debemos acudir a las ideas, que son más perfectas que este mundo sensible (que no sensiblero) y por tanto más fiables. No solo eso: el mundo que habitamos, este mundo, depende completamente de las ideas para poder existir. Sin las ideas, sin conceptos, este mundo no sería.

Algunos de vosotros, que sois unos descastados, enseguida proclamaréis furibundos: "¡pero si las ideas vienen del mundo físico! Nosotros obtenemos la idea de caballo de ver muchos caballos. ¿Cómo puede Platón sostener con seriedad que la idea de caballo precede (va antes) a los caballos físicos? ¿Cómo puede este tipo ser leído hoy en día? Es más, ¿qué hago leyendo este blog?". Antes de que, con justicia, me mandéis a esparragar considerad el siguiente ejemplo.

Imaginad que os ponéis a hacer unas galletas en un molde. Son estas galletitas con forma de hombrecito siniestro (al estilo el hombre-galleta de Shrek). A tal efecto, compráis en Ikea un molde con forma de hombrecito en el cual poner la masa y poder hornear tal suculento manjar. Hacéis las galletas y las ponéis a enfriar sobre la bandeja. Mientras contempláis las galletas orgullosos de vuestra obra os percatáis de que unas galletas han salido de una manera y otras de otras maneras. Aunque todas tienen, más o menos, la forma del molde, no son exactamente iguales. Una tiene barriguita, a otra le falta un brazo, otra ha desbordado por la zona de la pierna, etc. Pues bien, todas son imperfectas copias de un molde original. Si quisiéramos saber cómo es exactamente la forma de la galleta no acudiríamos a las galletas sino que iríamos directamente al molde, que tendrá la forma perfecta.

Las ideas son los moldes de la realidad, más perfectas, invariables y eternas. Si el hombre quiere conocer la realidad, tendrá que conocer sobre todo las ideas, y olvidarse de este mundo absurdo y contradictorio.

Si no os he conseguido impresionar en esta exposición de una cara de la teoría de las ideas de Platón no le culpéis a él: culpadme a mí, pues comparado con él solamente soy una galleta. :)

¡Saludos filosóficos!

5 comentarios:

  1. El autor de este blog nos dice que dos ideas opuestas no pueden ser a la vez falsas o verdaderas; el autor dice eso porque no conoce a mi abogado, que es un sujeto que consigue que una cosa sea la contraria o que ambas sean verdaderas o falsas en función del dinero que podamos proporcionarle a ese señor letrado en concepto de minuta, sobre todo si se le paga sin factura.
    También se nos habla aquí del concepto del "caballo", que según el señor bloguero es un concepto que permanece invariable a lo largo de la historia. Tengo que decir que el caballo puede ser una cosa y luego ser otra en función de quién lo lleve, quién se lo chute y quién lo compre en qué descampado del sur de Madrid, sobre todo si el caso lo lleva mi abogado.
    Podemos decir, por tanto, que hay determinados licenciados en Derecho que pese a su aspecto de comadrejas son capaces de llegar más lejos que Heráclito y Parménides.
    Gracias y enhorabuena por el blog.

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    1. Y esto que dices es más profundo de lo que parece. Sócrates (y, con él, Platón) persiguió con saña a los sofistas, personajes que mantenían una cosa y la contraria y cuya máxima ocupación era, tachán, la abogacía. Así que, en efecto, los leguleyos resultan antifilosóficos en muchos aspectos.
      ¡Gracias por comentar!

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  2. Te animo a seguir publicando. Increíblemente bien explicado.
    Enhorabuena.

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  3. gracias por tu tiempo amiga, tal vez falte alguna referencia a la alegoría de la caverna y una breve introducción a la teoría del conocimiento para entender mejor de donde vienen las ideas, pero el blog no es mio y me parece que me estoy pasando. de igual forma me encantó tu forma de explicar.

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