martes, 30 de abril de 2013

¿Somos libres? El determinismo de Spinoza

¡Hola compañeros!

Hoy entramos en una teoría filosófica muy controvertida. Nuestro amigo Spinoza se ganó bastantes enemigos con sus opiniones sobre este tema. No obstante, antes de meternos profundamente en la respuesta haríamos bien en considerar si hemos comprendido bien la pregunta.

Creo que no me equivoco si afirmo que todos nos hemos hecho esta pregunta en algún momento de nuestra vida. Cuando nos enamoramos sentimos como que nuestra vida y nuestras acciones no nos pertenecen; también nos sucede que a veces podemos pensar que nuestra vida ha sido decidida por nosotros (maravillosa en este sentido la película de "El Show de Truman"). Sea cual sea la situación hemos de ser conscientes de que preguntar si somos libres es lo mismo que preguntar: "¿qué mueve mis acciones?" Es decir, si no soy yo el que decide libremente su futuro, ¿quién o qué está tomando esas decisiones por mí? ¿Somos mecanos sofisticados? ¿Es posible predecir al 100% nuestras acciones igual que predecimos que una roca caerá si la tiro hacia arriba? ¿Existen leyes ocultas del comportamiento humano que no hemos desentrañado?

Esta es la pregunta que Spinoza se plantea. Su respuesta, lejos de ser parcial o timorata, está llena de decisión: no somos libres. Los seres humanos no podemos ser libres de ninguna manera, lo que ocurre es que poseemos una ilusión de libertad. A esto se le llama en filosofía determinismo.Y Spinoza no tiene ningún reparo en admitir que sí, que es determinista. ¿Qué es lo que lleva a pensar que no somos libres?

Para empezar, no tiene más remedio dado lo que comentamos la semana pasada. Para él todo es Dios, es decir, todo lo que existe pertenece a la sustancia divina, incluidos nosotros. El pensar que cada uno de nosotros es una sustancia individual, separada de Él (o él, como queráis) es propio de necios e insensatos. El verdadero hombre sabio, según Spinoza, se percata de que nuestra existencia solamente tiene sentido si nos consideramos como parte de un todo divino, como algo inseparable de ello. Cada uno de nosotros es parte de Dios, parte de algo mucho más grande y superior. Somos en Dios y Dios es en nosotros, no hay ninguna diferencia. Si esto es así, resulta forzoso admitir que nuestro comportamiento no es nuestro, sino que en realidad es Dios el que actúa a través de nosotros: somos el mismo Dios que actúa. No poseemos individualidad ni nada parecido, aunque los insensatos así lo prediquen.

La libertad, siempre según nuestro querido sefardí, consiste en actuar según nuestra propia naturaleza sin que nada exterior a nosotros nos violente. Pero según esta definición, solamente Dios es libre, pues solamente Dios actúa según su propia naturaleza; nosotros actuamos según Dios dispone, pues nuestra naturaleza es divina. Siempre existen necios que pensarán que todo lo que hacen lo hacen porque lo han elegido libremente, pero resulta una ilusión vana. De esta manera solamente conseguiremos estar frustrados y tristes ante lo que no es sino ignorancia. El verdadero hombre sabio contempla todas sus acciones bajo el prisma de la eternidad ("¿qué impacto tiene en el universo que yo haya suspendido este examen?") y así le produce consuelo frente a todos los males que nos acechan y nos atormentan. El sabio es feliz, pues se sabe parte de Dios y parte del universo. No aspira a controlar su destino y sus acciones sino que acepta lo que le sucede con estoicismo y tranquilidad, pues es consciente de su pequeñez respecto a todo.

Muchos de vosotros os rebelaréis frente a la idea de que la necesidad gobierna a los hombres, pero el mismo Spinoza podría preguntaros:

¿Cuántas decisiones libres has tomado hoy?

Hala, os dejo con Libertad, uno de los personajes más curiosos de Quino:

¡Saludos filosóficos!

lunes, 22 de abril de 2013

El panteísmo, o todo es Dios

¡Hola compañeros!

Una de las teorías más conocidas (y más polémicas) del señor Spinoza hace referencia a Dios. Como habréis adivinado por el título, este filósofo era panteísta y os estaréis preguntando: "¿qué demonios es el panteísmo?" Y, oh maravilla de las maravillas, hoy he decidido no dar la respuesta al final sino que os responderé inmediatamente. El panteísmo (pan, "todo" y theos, "Dios") afirma que todo es Dios. Es decir, lo único que existe en la realidad es Dios. No hay nada más real que Él y todo está integrado en Él. El mundo, nuestras ideas, nuestro vecino, mi ampolla del pie, todo, no son más que maneras que tiene Dios de manifestarse.

"Pues vaya", pensaréis, "tampoco es muy diferente al cristianismo, ¿no?". Existen diferencias notables con las religiones, digamos, más frecuentes en Occidente. Para empezar, Dios al crear el mundo se distancia de él. Es decir, existe una distancia entre el creador y lo creado. Pero para el panteísmo Dios no crea el mundo: Dios es el mundo. El mundo es, en sí mismo, divino.

Eso nos lleva a la segunda gran diferencia: no existe la transcendencia en el panteísmo. No hay un "más allá", sino que todo sucede en el mismo plano de existencia. No hay un plano mortal, material y otro divino. Es decir, no nos cabe esperar un cielo metafísico en el que seremos todos eternamente felices. Para el panteísta la muerte no es más que disolverse en la sustancia divina igual que una onza de chocolate se funde en una olla junto con el resto de onzas. Nada queda de nosotros, excepto nuestra unidad con Dios.

Es por eso que el panteísmo difícilmente puede convertirse en religión. Existen, es cierto, algunas religiones que poseen características cercanas al panteísmo -como por ejemplo el budismo- pero ninguna lo asimila completamente. Al fin y al cabo, ¿quién querría pertenecer a una religión que le niega la vida tras la muerte? ¿Quién querría un Dios tan impersonal y frío? ¿Por qué llega el autor a esta inquietante teoría?

Spinoza se da cuenta de que Descartes había planteado las cosas de modo incompleto. Para Descartes toda la realidad -todo lo que existe- eran sustancias, entendiendo por sustancia "aquello que no necesita de otra cosa para existir". Esto se oponía a accidente, que sí necesita estar encima de una sustancia para existir (por ejemplo, el color, que siempre ha de estar encima de una cosa para poder existir). Un accidente no puede existir solo, sino que necesita otra cosa siempre: el sabor dulce solamente puede existir sobre una comida, no hay manera de encontrarlo sin que esté pegado a otra cosa.

Por tanto, una sustancia para Descartes es algo que no necesita de otra cosa para existir sino que existe por sí misma. Ahora bien, estrictamente, esa definición solamente se aplica a Dios, pues todo lo demás depende de Él para existir (por la creación del mundo). De ahí concluye Spinoza que la unica sustancia real es la divina, Dios. Todo lo demás no somos otra cosa que meros accidentes, meras manifestaciones de esa sustancia. En realidad, somos parte de Dios. Dios, entre otras cosas, es un ser material.

Uhm. Una discusión que quizás se ha puesto un poco abstracta. Lamento haberme salido ligeramente de mi habitual línea divulgativa pero, qué demonios, de vez en cuando esto nos viene a todos y así podemos desoxidar un poco las neuronas durante esta semana tratando de averiguar qué he tratado de expresar en el párrafo anterior.

Os dejo por esta semana. La próxima semana analizaremos una de las ideas más curiosas y repetidas de la historia del pensamiento. Una de esas ideas que a todos se nos ha pasado por la cabeza alguna vez. Pero no todavía...

¡Saludos filosóficos!

lunes, 15 de abril de 2013

El filósofo del mes: Baruch Spinoza

¡Hola compañeros!

Hace ya mucho que no escribo por aquí. Pero tengo una buena excusa: me he casado. Sí. Un filósofo ha conseguido casarse, lo cual me hace entender finalmente que realmente no soy un filósofo digno de tal nombre. Como comprenderéis eso me ha mantenido un poco apartado del blog y de toda actividad intelectual más allá de beber agua de coco.

Pero estoy de vuelta con un filósofo nuevo y vibrante. De hecho un filósofo relativamente poco conocido aunque de poderoso pensamiento. El gran Baruch Spinoza (o Benito Spinosa, o Benedictus D'Espinosa) ocupa hoy nuestra portada y trataremos de que comprendáis por qué es uno de mis filósofos favoritos.

Como siempre vamos a echar un rápido vistazo a su vida y biografía. No tiene desperdicio.

Spinoza nace en Ámsterdam en 1632 procedente de una familia de judíos sefardíes (ya sabéis, los descendientes de aquellos judíos expulsados de España por los Reyes Católicos). Es, ya desde el principio, un tipo sin hogar, desarraigado. Por supuesto, domina el holandés, el latín y el español en un ciudad que gozaba de una notable tolerancia religiosa en una época en la que quemar herejes estaba bastante a la orden del día. Muy joven contrajo una tuberculosis que iría poco a poco minando su salud hasta terminar finalmente con su vida.

A pesar de haber recibido una educación fuertemente ortodoxa en lo judío, nunca acabó de encajar en el pensamiento judío y comenzó a ser educado en enseñanzas cartesianas, que pronto le convencieron. En 1656 fue expulsado de la comunidad judía y excomulgado, lo que provocó su mudanza a las afueras y que tuviera que trabajar puliendo lentes ópticas para sobrevivir. Sí, lo sé, es el típico trabajo de asesino en serie, pero es que el propio Spinoza era un tipo bastante siniestro. Le divertía por ejemplo quitar alas a las moscas y ponerlas en las telas de las arañas para ver cómo eran comidas. Supongo que cuando no hay internet con algo hay que divertirse...

Sin embargo, ya comenzaba a ser conocido en esta época por los escritos filosóficos y políticos que publicaba y se carteaba con los intelectuales más famosos de Europa. Lamentablemente para él, su protector, el príncipe Jan de Witt, muere y prudentemente opta por dejar de publicar sus obras. Aun así, sus escritos circulan entre admiradores muy numerosos, hasta el punto que se le ofrece la cátedra de filosofía de Heidelberg, que rechaza porque no se le garantiza libertad filosófica.

Un año antes de su muerte, recibió una visita del ilustre y grande Gottfried Leibniz, aunque este negó más adelante haber tenido tal entrevista. Así es la política a veces, consigue esconder la verdad bajo la alfombra por el miedo al qué dirán.

Spinoza muere en 1677 dejando un legado racionalista e inspirador para muchos filósofos posteriores. Dejaré una cita suya especialmente inspiradora sobre los celos, que él afirmaba que aumentaban "imaginando los genitales y las excrecencias de aquel que posee nuestro objeto amado". Maravilloso.

¡Saludos filosóficos!