¡Hola compañeros!
Hoy entramos en una teoría filosófica muy controvertida. Nuestro amigo Spinoza se ganó bastantes enemigos con sus opiniones sobre este tema. No obstante, antes de meternos profundamente en la respuesta haríamos bien en considerar si hemos comprendido bien la pregunta.
Creo que no me equivoco si afirmo que todos nos hemos hecho esta pregunta en algún momento de nuestra vida. Cuando nos enamoramos sentimos como que nuestra vida y nuestras acciones no nos pertenecen; también nos sucede que a veces podemos pensar que nuestra vida ha sido decidida por nosotros (maravillosa en este sentido la película de "El Show de Truman"). Sea cual sea la situación hemos de ser conscientes de que preguntar si somos libres es lo mismo que preguntar: "¿qué mueve mis acciones?" Es decir, si no soy yo el que decide libremente su futuro, ¿quién o qué está tomando esas decisiones por mí? ¿Somos mecanos sofisticados? ¿Es posible predecir al 100% nuestras acciones igual que predecimos que una roca caerá si la tiro hacia arriba? ¿Existen leyes ocultas del comportamiento humano que no hemos desentrañado?
Esta es la pregunta que Spinoza se plantea. Su respuesta, lejos de ser parcial o timorata, está llena de decisión: no somos libres. Los seres humanos no podemos ser libres de ninguna manera, lo que ocurre es que poseemos una ilusión de libertad. A esto se le llama en filosofía determinismo.Y Spinoza no tiene ningún reparo en admitir que sí, que es determinista. ¿Qué es lo que lleva a pensar que no somos libres?
Para empezar, no tiene más remedio dado lo que comentamos la semana pasada. Para él todo es Dios, es decir, todo lo que existe pertenece a la sustancia divina, incluidos nosotros. El pensar que cada uno de nosotros es una sustancia individual, separada de Él (o él, como queráis) es propio de necios e insensatos. El verdadero hombre sabio, según Spinoza, se percata de que nuestra existencia solamente tiene sentido si nos consideramos como parte de un todo divino, como algo inseparable de ello. Cada uno de nosotros es parte de Dios, parte de algo mucho más grande y superior. Somos en Dios y Dios es en nosotros, no hay ninguna diferencia. Si esto es así, resulta forzoso admitir que nuestro comportamiento no es nuestro, sino que en realidad es Dios el que actúa a través de nosotros: somos el mismo Dios que actúa. No poseemos individualidad ni nada parecido, aunque los insensatos así lo prediquen.
La libertad, siempre según nuestro querido sefardí, consiste en actuar según nuestra propia naturaleza sin que nada exterior a nosotros nos violente. Pero según esta definición, solamente Dios es libre, pues solamente Dios actúa según su propia naturaleza; nosotros actuamos según Dios dispone, pues nuestra naturaleza es divina. Siempre existen necios que pensarán que todo lo que hacen lo hacen porque lo han elegido libremente, pero resulta una ilusión vana. De esta manera solamente conseguiremos estar frustrados y tristes ante lo que no es sino ignorancia. El verdadero hombre sabio contempla todas sus acciones bajo el prisma de la eternidad ("¿qué impacto tiene en el universo que yo haya suspendido este examen?") y así le produce consuelo frente a todos los males que nos acechan y nos atormentan. El sabio es feliz, pues se sabe parte de Dios y parte del universo. No aspira a controlar su destino y sus acciones sino que acepta lo que le sucede con estoicismo y tranquilidad, pues es consciente de su pequeñez respecto a todo.
Muchos de vosotros os rebelaréis frente a la idea de que la necesidad gobierna a los hombres, pero el mismo Spinoza podría preguntaros:
¿Cuántas decisiones libres has tomado hoy?
Hala, os dejo con Libertad, uno de los personajes más curiosos de Quino: