lunes, 25 de febrero de 2013

El amor platónico



¡Hola compañeros!


Debo disculparme. Ha pasado un cierto tiempo desde mi última entrada. He estado bastante ocupado y eso ha centrado muchos de mis esfuerzos, aunque sé que no tengo excusa ante este prolongado silencio. Así pues, disculpísimas.

Una vez excusado -espero-, paso a relataros uno de esos mitos que han pervivido extrañamente en el imaginario colectivo de la sociedad. Es decir, la filosofía generalmente pasa sin pena ni gloria por el mundo de la gente "normal" (entendiendo por gente normal aquella que no se dedica a meterse en este blog absurdo, lleno a rebosar de dolores de cabeza filosóficos). Sin embargo, en ocasiones, algunas expresiones filosóficas gustan a los ciudadanos de a pie y hacen feliz carrera entre ellos. En este caso podemos afirmar sin temor a equivocarnos que la expresión "amor platónico" está entre ellas. Solemos entender con ello a una persona que ocupa nuestro corazón como ninguna otra y que resulta inalcanzable. Algunos hemos tenido muchos amores platónicos a lo largo de la vida (sobre todo por el hecho de resultar inalcanzables) y otros, con más fortuna, desconocen el concepto de amor inalcanzable o platónico. Ellos se lo pierden. No obstante, como suele ocurrir, lo que Platón tenía en mente al escribir sobre el amor no es lo mismo que lo que entiende mucha gente. ¿Qué es, pues, el amor platónico para Platón, valga la redundancia?

Hablamos, tiempo ha, de la teoría de las ideas de Platón, y de cómo conocer las ideas es conocer lo que realmente es real. Es decir, este mundo sensible que nos rodea, este mundo de los sentidos y percepciones no deja de ser falso e ilusorio. Esto es muy bonito, pero ¿qué tiene que ver con el amor? Para Platón, nadie deja de ser ignorante porque sí. ¿Qué interés puedo tener en conocer ese mundo de las ideas? ¿Para qué voy a abandonar este cómodo mundo  que me rodea, lleno de placeres y distracciones? No tenemos mucho incentivo para esforzarnos, parece ser.

Sin embargo, Platón acude a una de las fuerzas más maravillosas, poderosas e incomprensibles del ser humano: acude al amor. En un audaz movimiento, propio del torero más aguerrido, realiza un requiebro de última hora y reformula por completo el concepto del amor. Nosotros entendemos que solamente se puede, propiamente, amar a una persona. En otras palabras, por mucho que amemos el dinero, o el poder o a mi perro Toby, lo cierto es que el amor auténtico solamente puede consistir en un amor a algo igual en dignidad a nosotros (como mínimo). El resto de "amores" son intrusos con los que bien podríamos utilizar otras palabras como afecto, cariño o simplemente apego.

Pero para Platón el amor es un impulso que nos eleva siempre a alturas insospechadas, resulta una fuerza motriz que nos libera de nosotros mismos y nos anima a conocer más del objeto amado, a contemplarlo bajo una nueva luz. De pronto, aquello que hemos empezado a amar toma una nueva luz: nos resulta bello. La belleza es una cualidad de las ideas que resulta necesaria para Platón. Queremos conocer debido a que el conocimiento es algo bello en sí mismo, porque rechazamos lo feo y nos acercamos con amor hacia lo bello. El ser humano es un ser que anhela belleza, y es por eso que el amor nos guía, paso a paso, hacia el conocimiento de lo real. Queremos conocer la realidad (nos referimos al mundo de las ideas) porque es apetecible, porque es bella.

El amor platónico no consiste, pues, en un amor al uso. No es un amor desmedido e inalcanzable, sino un amor a las ideas, a la Belleza como concepto, al conocimiento, a la Verdad, a lo Bueno. Es un amor interesado puesto que nada resulta más interesante que conocer la verdad y la realidad. La ignorancia nos resulta odiosa por eso mismo, es fea y contrahecha. La ignorancia es un estado antinatural del hombre, y como tal, nos resulta repulsiva.

Así que la próxima vez que sintáis tentaciones de utilizar esta expresión recordad que con ella contribuís a perpetuar un equívoco que ya dura demasiado. O simplemente puede que os dé igual porque estáis enamorados. Haréis caso a otro insigne platónico como san Agustín de Hipona, que nos proponía su particular visión del amor: ama y haz lo que quieras.

¡Saludos filosóficos!

lunes, 4 de febrero de 2013

¿El fin justifica los medios?

¡Hola compañeros!

Qué famosa es esta frase. ¡Pero qué mítica es! Es la típica frase que te sueltan los chicos en clase cada vez que no saben muy bien qué decir. Haces una pregunta sobre ética y enseguida surge "p-pero... el fin no justifica los medios". No puedo culparles por acudir a ella; al fin y al cabo, la han escuchado innumerables veces de boca de sus padres y adultos cercanos (me niego a incluir a los políticos dentro del concepto "adultos" y apenas me atrevo a meter a los profesores en ese saco).

Ahora bien, estos mantras que se repiten machaconamente como viejas oraciones de lo políticamente correcto siempre me resultan sospechosos. Al fin y al cabo, alguien debe de sostener lo contrario en algún lugar de la cultura humana. Aunque ya hemos estado charlando sobre él en otra ocasión no está de más recordar que fue Maquiavelo el que mejor cristalizó esta idea de que en política cualquier medio es bueno si se consigue alcanzar un fin determinado. No voy a repetir lo que dije de él sino que solamente quiero analizar esta idea que esconde la frase pues creo que muchas veces se entiende incorrectamente.

Podemos empezar, creo yo, por recordar lo que es un medio. Un medio es un camino hacia un fin concreto. Nada más. Un coche, por ejemplo, es un medio para llegar al trabajo porque nos permite cumplir ese fin concreto (llegar al trabajo). Esto no quiere decir que sea el único medio que existe, sino que para algunos de nosotros resulta el medio más eficiente. No es para todos así, pues algunos encontrarán más eficiente el autobús o incluso ir andando (¡a estos los odio con amargura!)

¿Justifica ir a trabajar el uso del coche en este caso? Solamente en el caso en el que no exista un medio más eficiente de alcanzar el fin planeado. Si alguien vive a 20 metros del trabajo el uso del coche no está justificado, pues existen medios más eficientes de alcanzar el objetivo, como simplemente ir andando. El problema es que a veces resulta complicado dirimir (distinguir, queridos compañeros sufridores de la LOGSE) cuál es el medio más adecuado para el fin que buscamos obtener.

Vamos a ver otro ejemplo que además resulta de actualidad. Creo que es un deseo de todo ser humano el ser rico y poseer inmensas cantidades de dinero. ¿Justifica este deseo el hecho de robar? ¿Es un medio adecuado para ese fin? ¿Justifica ese fin -ser ricos- el medio que vamos a utilizar -robar como impresentables-?

Hilemos fino. Si robamos no es para poder dormir sobre colchones de billetes de 500 euros sino para vivir mejor y, en definitiva, para ser más felices. En realidad lo que creemos que nos va a proporcionar esa riqueza es mayor felicidad. Sin entrar a discutir sobre si eso es lo que más nos conviene, creo que estaremos de acuerdo en que andar robando no es la manera más cómoda de vivir. La sociedad tiene la desagradable costumbre de andar persiguiendo a aquellos que roban y una vez te cogen te pasas una maravillosa temporada a la sombra, donde las maravillas no conocen límites. En la cárcel no parece fácil ser feliz (no digo que sea imposible, pero así a priori...) con lo que el medio que utilizamos para ser felices se nos ha vuelto en nuestra contra. Se me puede objetar que no siempre se coge a los ladrones, pero tampoco se vive cómodo todo el día con un pie dentro y otro fuera de la ley, no debe resultar muy relajante estar todo el día a salto de mata. La (afortunadamente) poca gente criminal que he conocido andaban todo el día mirando por encima del hombro por si acaso. Baste echar un vistazo a la maravillosa película de "Atrápame si puedes" de Spielberg para darse cuenta del nivel de paranoia que manejaba el protagonista. Si eso es felicidad que baje Dios y lo vea...

¿Qué quiero decir con esto? Que los medios que se estaban utilizando para un fin concreto no estaban en armonía con el fin que se estaba buscando en realidad. Aunque aparentemente eran un camino más rápido y cómodo para llegar a la meta en realidad nos estaban alejando de ella. ¿Justifica el fin los medios? ¡Por supuesto! Pero siempre y cuando esos medios nos conduzcan al fin que pretendemos en realidad.

Desconfiad de los cantos de sirena de las soluciones fáciles y los atajos; no existen atajos para la vida plena, no hay cómodos pavimentos en los que contemplar a esos imbéciles que pelean por tener una vida digna mientras tú has tomado el camino de los medios rápidos y expeditivos. Esos no son medios para el fin que crees, sino que te llevan a lugares donde nadie quiere estar. Cuando camines por una vía que nadie recorre y parece sencilla desconfía, amigo, desconfía...

¡Saludos filosóficos!

¡10.000 visitas!

¡Hola compañeros!

Acabo de comprobar que ya he sobrepasado las 10.000 visitas en el blog. No tengo palabras de agradecimiento para todos vosotros. Lo que comenzó siendo poco más que un entretenimiento absurdo y casi privado ha ido aumentando sus visitas día a día hasta el punto que cada mes tengo más visitas que el anterior por goleada. Por todo esto, por vuestros amables comentarios y por animarme a seguir adelante venciendo la pereza, la rutina y luchando por abrirme paso a través de nuestra sociedad hacia vuestras mentes, OS DOY LAS GRACIAS.

Muchas gracias de verdad, vosotros hacéis este blog posible. ¡Prometo no decepcionaros! ¡Nadie nos puede parar ya!



¡Saludos filosóficos!