jueves, 24 de enero de 2013

El superhombre

¡Hola compañeros!

Una semana más aquí me hallo, enfrentado a la humilde y laboriosa tarea de intentar transformar este mundo en el que vivimos. El hecho de que lograrlo sea imposible no hace la tarea menos necesaria. Saber lo que queremos, saber lo que pensamos, saber dónde vivimos... Eso es lo que nos libera, lo que nos permite seguir disfrutando una existencia verdaderamente humana. Y de eso se trata todo esto, de ser humanos, ¿no?

O quizás de ser más que humanos. De ser superhumanos, superhombres. Conseguir ir más allá de los límites de la mera humanidad para llegar a ser como dioses. Ya comenté en la entrada anterior que según Nietzsche Dios ha muerto, ha desaparecido de la cultura occidental, de nuestro mundo. Dios ha dejado un hueco en la realidad que hay que llenar. Dios era lo Absoluto, lo más alto de la realidad, aquello a lo que todo se dirigía intentando ser como Él.

Y sin embargo, ahora nos encontramos solos, desamparados. Ya no hay esperanza de una vida más allá de esta. Ya no existen razones para creer que viviremos más allá de la muerte. Ahora solamente hay una vida, la vida terrena, la de más acá: el más allá ha desaparecido para siempre, volatilizado entre el estupor de los que creían en eso. ¿Qué hacer? ¿Cómo enfrentarnos a esto? Lejos de verlo como una tragedia, Nietzsche anuncia un nuevo mediodía para el ser humano, una nueva época de desarrollo personal en la que ningún Dios nos oprime con sus normas y sus reglas morales. Ya no debemos hacer caso a la religión y a sus caducos códigos éticos. Como Dios no existe ya no hay nadie que pueda decirme cómo debo comportarme. Ahora somos libres de configurar nuestro propio destino, de inventar nuevas reglas, nuevos valores.

El auténtico superhombre, el übermensch, es aquel que asume la muerte de Dios con alegría y hombría. Es aquel que se percata de la oportunidad que esto brinda al ser humano de cambiar completamente los valores éticos y morales de la cultura por unos nuevos que permitan un amor a la vida terrena, en vez de un desprecio. Hasta ahora, dice Nietzsche, toda la moral estaba orientada a hacernos temer un castigo por nuestros actos, a despreciar la vida terrena en favor de la vida ultraterrena. Se fomentaba así una ética de cobardes y de ovejas, en la que se valoraba la compasión, la piedad, la misericordia, la caridad, etc.

Ha llegado la hora de crear nuevos valores que derroquen a estas morales absurdas y apocadas. El superhombre es aquel que es capaz de crear sus propios valores e imponerlos por medio de una voluntad todopoderosa. El superhombre es el nuevo Dios, capaz de CREAR valores, dueño de una voluntad máximanente creadora. Con Dios fuera de combate ya nada se interpone entre nuestra voluntad y el  mundo excepto nosotros mismos. El superhombre es capaz de superarse a sí mismo, de ir más allá de sus limitaciones e imponer un punto de vista y unos valores concretos al resto del mundo. La voluntad fuerte, por tanto, se impondrá siempre sobre la más débil.


"El hombre es una cuerda, tendida entre el animal y el superhombre - una cuerda sobre un abismo."
Así habló Zaratustra

Como veis, el pensamiento nietzscheano está absolutamente presente en la sociedad actual. No resulta extraño que vivamos en un mundo que se identifica completamente con estos planteamientos. Es posible, incluso, que muchos de vosotros os sintáis en sintonía con él y estéis de acuerdo. No es casualidad. Creo que resulta digno de reflexión este hecho, y si tal concepción del ser humano nos ha hecho más humanos o por el contrario ha deshumanizado a las personas.

Dejo hablar al propio Nietzsche, que siempre tiene una palabra elocuente y poderosa:

"¡Mirad, yo os enseño el superhombre! El superhombre es el sentido de la tierra. Diga vuestra voluntad: ¡sea el superhombre el sentido de la tierra! ¡Yo os conjuro, hermanos míos, permaneced fieles a la tierra y no creáis a quienes os hablan de esperanzas sobreterrenales! Son envenenadores, lo sepan o no. Son despreciadores de la vida, son moribundos y están, ellos también, envenenados, la tierra está cansada de ellos: ¡ojalá desaparezcan!"
Así habló Zaratustra

Con este melancólico texto os dejo por hoy.

¡Saludos filosóficos!

15 comentarios:

  1. Efectivamente, "Dios ha muerto" (firmado: Nietzsche)

    ¿Alguien ha ido a ver el epitafio en la tumba de Nietzsche? Debería decir "Nietzsche ha muerto" (firmado: Dios), ¿o no?

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. La última palabra la tuvo Dios, por lo visto...
      ¡Gracias por comentar!

      Eliminar
    2. Busca tus propias bromas, graciosillo.

      Eliminar
  2. La cosa se va poniendo cada vez más interesante...

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Y más interesante se volverá (espero).
      ¡Gracias por comentar!

      Eliminar
  3. La verdad es que sí.

    ¡Quere-mos más!

    Carmelo P.

    ResponderEliminar
  4. Placer:
    Desayunar un sábado a las 12h (después de una noche entre colegas) leyendo tú blog.

    Gracias!

    Carmelo P.

    ResponderEliminar
  5. Muchas gracias, Carmelo, ¡espero poder seguir correspiendo tan altas expectativas!

    Gracias por comentar

    ResponderEliminar
  6. Bueno Don Luis, qué bien está esto! Me acabo de leer todas las sus entradas en vez de estudiar biología, luego hable con Gema, que me perdone. Gracias por ayudarnos a pensar. Blanca.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Muchas gracias Blanca, me alegro de que te guste, seguiré escribiendo más y mejor (espero). ¡Gracias por comentar!

      Eliminar
  7. Gracias por hacer asequible algo tan intrincado. Pareces Jostein Gaarder. Pero mejor.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gracias Victoria, me anima mucho tu comentario. ¡Seguiré tratando de mejorar!

      Eliminar