¡Hola compañeros!
Hoy voy a tratar un tema espinoso. Se oye hablar en multitud de ocasiones acerca de la igualdad social y se hace de ello una bandera política para defender las más diversas acciones y opiniones. Lo que queremos tratar de dilucidar hoy es si esta igualdad resulta tan beneficiosa como nos indican y nos venden o si por el contrario debemos ceder a la desigualdad y la injusticia porque el ser humano está completamente corrupto y no hay manera de salvarlo.
Un aviso: lo que pretendo es derribar unos cuantos mitos y ayudar a clarificar nuestras opiniones, no cambiarlas a machetazos o enfrentarme dialécticamente a hordas enfurecidas. Saber pensar es poner a prueba nuestras creencias más profundas: como sociedad, la de la igualdad es una de las más inveteradas y pertinaces. Vamos a por ello.
Como con todo, al tratar el tema de la igualdad es necesario saber a qué nos estamos refiriendo exactamente, pues no todo el mundo entiende lo mismo acerca de ella, ni lo aplica al mismo ámbito. En términos generales, la igualdad se aplica a objetos cuando son intercambiables sin que exista diferencia ninguna. Decimos que un vestido es igual que otro cuando nos da igual llevarnos ese u otro igual de la tienda.
Es un hecho claro que los seres humanos no somos iguales. Aparte de las obvias diferencias físicas (que espero que nadie intente nunca eliminar) están las no menos obvias diferencias económicas y sociales. Es evidente que los partidarios de la igualdad se refieren sobre todo a estas últimas (aunque empiezan a mirar con mal ojo a las primeras también) y consideran que el germen de todos los males del mundo radican en las profundas desigualdades que se da en el seno de las sociedades humanas. Así pues, todo su empeño y sus esfuerzos se van a dirigir a paliar (o, en su caso, eliminar) estas desigualdades. Sin embargo, esta posición dista mucho de ser clara: analicémosla.
En primer lugar se da una identificación entre igualdad y justicia o, al menos, una correlación totalmente necesaria.
Una imagen que resume perfectamente el pensamiento dominante actualmente: una Mujer Africana con una Balanza con las palabras Justicia e Igualdad
Esta idea es repetida hasta la saciedad en multitud de foros pero nunca es aclarada, y donde un concepto no se aclara anidan las ideologías y los pensamientos radicales. Porque la justicia, para ser completamente justa, ha de tratar a las personas de modo diferente: a nadie le parecería justo que todos debiéramos devolver 1 euro a Pepito porque una sola persona le debe ese euro. Así pues, la desigualdad en los resultados de la justicia es clave para que resulte efectivamente justa.
Pero algunos propondrán: "no me refiero a igualdad tras el veredicto, sino a que todos seamos iguales ante la norma." Pero está claro que no podríamos exigir lo mismo ante la ley a un bebé, a un niño, a un adulto o a un enajenado mental. Resultaría injusto que la misma norma se aplicase por igual a toda la población, debido precisamente a esa disparidad. Cuanta más igualdad se le exige a la justicia tanto más injusta se vuelve. Y al contrario, la justicia es tanto más justa cuanto más tiene en cuenta las diferencias entre los individuos y más trata de dar a cada uno lo que merece, según la definición clásica.
Si esto es así, ¿qué quiere decir eso de que la justicia y la igualdad están inextricablemente unidos? No está del todo claro, antes bien parece una manera de asociar la palabra igualdad con un concepto talismán como es el de justicia, pero sin que haya una verdadera correlación entre ambas. Antes bien, parece que la justicia se apoya en la desigualdad mucho más que en la igualdad, pues lo que intenta precisamente es articular un código de conducta que regule las relaciones entre las diferentes personas. Así pues, la justicia resulta mucho más relevante y presente cuando hay desigualdad que con una pura igualdad.
Esta última afirmación abrirá las carnes de algunos lectores pero tengo que matizar que esa discriminación que la justicia realiza constantemente para poder ser verdaderamente justa atiende únicamente al criterio del merecimiento. Cualquier otro criterio que intente inmiscuirse en el terreno de la justicia (como por ejemplo, el mismo criterio de la igualdad) resulta ajeno y, por lo tanto, injustificado.
Uhm, creo que haber mostrado sobradamente mi posición al respecto. El próximo día nos adentraremos en las procelosas aguas de la igualdad económica. Madre mía. Si es que yo solito me meto en unos jardines... Hasta entonces...
¡Saludos filosóficos!
"Cualquier otro criterio que intente inmiscuirse en el terreno de la justicia (como por ejemplo, el mismo criterio de la igualdad) resulta ajeno y, por lo tanto, injustificado."
ResponderEliminar¿¿Qué otro criterio podría ser como ejemplo??
Interesantisimo articulo.
Pues muchas disturban el ejercicio de la justicia: el dinero, la corrupción, el poder o cualquier pasión que se nos pueda ocurrir.
EliminarGracias por comentar :)
Hola, te recomiendo, no se si ya lo conocerás, un libro muy interesante que se llama "Justicia" de Michael J. Sandel que habla de estos temas.
ResponderEliminarSegún lo que yo he entendido del libro, hasta cierto punto somos iguales, en cuanto a seres racionales y capacidad de sentir y pensar, y en correspondencia tenemos unos derechos comunes, como el derecho a la vida, o el derecho a la educación o a la igualdad de oportunidades, a una vivienda digna... En el libro habla de justicia en un sentido Kantiano a este respecto.
Pero por otro lado somos diferentes en cuanto a cualidades, esfuerzo y méritos, y en este sentido no todos debemos recibir lo mismo. En el citado libro se refiere a este tipo de justicia en un sentido Aristotélico.
Para resumir: por iguales, tenemos derecho a salir al mismo tiempo de la línea de salida y a correr en igualdad de condiciones, pero por diferentes, la medalla la merece el primero en llegar a la meta.
Un saludo
Como diré en un artículo posterior: el socialismo defiende la igualdad mediante la ley, mientras que el liberalismo defiende la igualdad ante de la ley. Lo veremos más adelante.
Eliminar¡Gracias por tu interesante comentario!
Cuando alguien se queja de desigualdad refiriéndose a la justicia no lo hace, al menos desde mi punto de vista, comparándose con un enajenado mental o un bebé. Se suele tomar como ejemplo otra persona que, siendo equiparable a ojos de la ley, tiene un estrato social más elevado. Ya sea por ser hijo de, padre de, tener tal puesto de trabajo o tanto dinero en el banco. Es entonces cuando la desigualdad ante la justicia supone el problema que la sociedad acusa, pues no siempre la justicia debe hacer diferencias entre individuos. Es cierto que si exiges pura igualdad a la justicia encuentras que se vuelve injusta pero, nuevamente, no creo que sea eso lo que se defiende cuando se habla de igualdad en la justicia. Lo que se pide es igualdad para los que son iguales entre sí. Un saludo.
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